Si la marcha Mi Amargura es buena, con Crucifixión Víctor Ferrer se ha superado a sí mismo. Ha creado una marcha con la que consigue extraer de la banda aires sinfónicos, pues como tal, esta marcha es en sí un poema sinfónico. Para los poco conocederos e formas musicales, los poemas sinfónicos intentan reflejar o seguir un guión literario. Y de él extraen su forma y contenido musical.
Todo empieza generado por el movimiento de cuatro notas (Do, Re, Mib, Re), son las notas iniciales de la marcha que en otros pasajes también se pueden escuchar. Después, como en un fenómeno de cristalización, desde ese tema va surgiendo más musica, hasta llegar al tema principal de esta primera sección, que tendrá su clímax en el minuto 4:44, donde nos muestra con el uso del látigo y los timbales los golpes dados en los clavos para crucificar a Jesús.
Después, en el cambio de tono que se da al llegar al trío, comienza un tema muy contrastante con lo anterior, un tema más femenino, más lírico, que nos evoca a la Virgen madre de Jesús. Después, retornará de nuevo al tonalidad del inicio, para aumentar esa angustia, que se verá resuelta en los compases finales con una cadencia de picardía, es decir, lo triste se torna alegre, es esa la esperanza de la cruz, la esperanza de la resurrección.
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